domingo, 17 de junio de 2012

2º PROYECTO

En el primer proyecto había realizado varios bocetos de composición que me gustaban, por lo que me base en uno de ellos modificando algunos elementos, de los cuales hice un estudio de linea y de luces, incluso con fotografías.












Para éste, también utilicé como soporte un bastidor de 60 figuras sin imprimar, pero cambié la técnica, esta vez usé óleo.
Dividí el soporte en una cuadricula, y a partir de ella encajé el dibujo.
Una vez encajado, me dispuse a hacer la primera mancha con óleo y aguarrás, ayudándome de la cinta de carrocero para los perfiles rectos. Fui manchando todos los elementos, menos los principales, los más figurativos, me imponía adentrarme en ellos, pues no había trabajado en óleo ninguna figura realista antes, y encima tenían tamaños pequeños.





Como quería que algunas partes de los elementos se fundieran con el fondo, utilice en varios la primera mancha, pues desde un principio la pintura se había mezclado y había conseguido presencia por si misma.
Ya estaba todo manchado, ya no podía rodear más, tenía que pintarla a ella, y era un reto para mí.
Quería tratarla de la misma manera que el sofá, pero no me salía, tenía que usar pinceles tan finos, que me costaba mucho trabajarla de la misma forma.
Estuve semanas centrada en ella, necesitaba que me saliera, pero cada pincelada que daba no me decía nada, estaba muy plana y los colores no me convencían. Al mismo tiempo pintaba la pared, desde un principio me encantaba la textura que le había dado, pero tenía que aclararla y seguir trabajándola como una pared, debía aplanar y que se asentara un poco la pintura, tenía que ser una unidad.
Una vez que tenía la pared medio asentada, pinte el marco con muchos marrones, los cuales tenían unos matices muy armónicos, y retoque su sombra; y la mesa de fuera del marco con el el jarrón. Éste elemento lo quería tratar con más materia, que tuviese presencia pues estaba fuera. Al principio me base un poco en la forma de tratar la pintura y la pincelada de Van Gogh en sus bodegones. Había pensado pintarlo con marrones oscuros, pero el profesor me aconsejó que lo cambiara, que lo aclarase y le diese los matices anaranjados del cubo de la izquierda, porque yo pretendía que saliese del cuadro, y al tener esa oscuridad daba la sensación de adentrarse, además de que algunos colores se repetían con el marco.




Ya había aclarado la mesa, había mejorado, pero aún así no me convencía, tenía que seguir trabajándola.
Estaba tan saturada de este cuadro, llevaba mucho tiempo con él,  no paraba de trabajar sobre él pero estaba parado, hacia días que no veía evolución, así que decidí llevarme a casa, descansar de él, empezar con otros proyectos que tenia en mente, y fue algo que me hizo mucho bien.
Cuando lo volví a retomar, vi que estaba muy plano, seguía en la mancha. Cambié el punto de luz, lo forcé, lo coloqué en un lateral. El cuadro necesitaba más contraste. Cambié los colores del sofá, con los mismos azules- verdosos pero con tonalidades más grisácias, y lo trabajé con pinceladas más sueltas, más espontaneas. La mujer la empecé de cero, de la misma manera, con mucho más contraste. Le puse de base los colores acertados, y encima, para las sombras use óleo muy licuado, para que se fundiera bien y tuviese más volumen. Volví a trabajar la tela con más colores, y con pinceles muy finos hice todos lo detalles del sofá, el rostro, las manos y los pies. También volví a pintar la mesa desde cero, pero esta vez con colores más anaranjados.
Había mejorado muchísimo, todo tenía volumen y parecía estar en su sitio. Estaba muy contenta de haberlo conseguido, y más aún después de haber tenido una fase oscura, en la que no me veía preparada para terminarlo a tiempo.






En la entrega, el profesor me comentó que lo único que parecía no estar acabado era una parte del cojín y que sería mejor que lo retocase para cerrar definitivamente el cuadro.

Cuadro terminado



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